
Estos días recordaba una conversación que tuve con una clienta (y, a pesar de ello, amiga jajajaj) no hace más de dos años atrás (solo dos años!!) en la que me decía que había detectado una oportunidad de negocio en el ámbito de la diversidad. Había observado que cada vez había más marcas que estaban poniendo el foco en tal cuestión e intuía que, igual que antes, lo fue la cuestión de la sostenibilidad, podría ser un polo hacia el que las marcas pivotaran.
Dos años después (solo dos años!!), el proceso parece invertido de manera abrupta: Meta anunciaba que ponía fin a su programa de diversidad, hace unos días Iberdrola retiraba contenidos sobre la comunidad LGTBIQ+, Accenture eliminaba sus objetivos de diversidad…
Dejo al margen una duda que cae del lado de lo ideológico y que hago desde el más puro sarcasmo: ¿quiere decir que quienes se están retirando de la defensa de la diversidad, apuestan ahora por la igualdad?, y la dejo para otros foros, porque creo que lo significativo de estos dos movimientos de sentido opuesto desde el punto de vista de un investigador social es que mientras el primero (por la diversidad), tenía su fuente en la sociedad; en ese reconocimiento tan postmoderno del valor de la singularidad; el segundo (contra la diversidad) es desencadenado por acontecimientos puramente políticos; en concreto, por la victoria de Trump.